LAS LIEBRES ASUSTADAS (a los desocupados)

Las liebres asustadas del campo a sus justas madrigueras corren
y las hojas de los eucaliptos que caen, tierra del buen Masallé serán.

Aquella nube roja y blanca con forma de flamenco, aire puro quedará
y el flamenco allí durmiendo, en el aire escondido dormirá.

Este día leve de invierno leve, leve va
y esta levedad y este invierno por el camino a la primavera del Masallé irán.

. . .

Los trabajadores, día tras día, a su noble trabajo acuden, mas…
¿a dónde los desocupados van?



DOS ALTOS FLAMENCOS

Dos altos flamencos vestidos de gatos
de extraños inquilinos tengo hace dos ratos.

Pelusito me llamo, dijo el de voz de león.
Yo, de ilustre pasado, Naranjito Naranjón.

De tapados peluditos van, blanco uno y carbón,
el otro manteca de campo y un cacho de sol.

De noche por las tapias pasean los flamencos
con ropas de gatos y aires de zopencos.

Como buenas zancudas vestidas de felinos
les doy, cuidando la mano, granos de pepinos.

Duermen juntitos, ¡tan juntitos, juntitos!
que un solo flamenco parecen… ¿o un solo gatitos?



LOS PRIMEROS RAYOS (a Caupolicán)

Los primeros rayos  del Sur le iluminaron:
¡mapuche , Caupolicán, sólido y fiero!,

¡un pueblo entero en el andino tórax
y en cada mano un tenaz ejército!

Por ser el gran toqui, en su hombro,
dos días y noches llevó una araucaria.

¡Podría haber sido un bosque!,
¡podría haber sido hasta Cuyén, la misma Luna!

Sucedió al gran Lautaro, el más par entre sus pares.
Fue de batalla en batalla, de Arauco hasta Antihuala.

Allí capturado y de atroz manera
-que recordar estremece- en Cañete martirizado.

. . .

Mapuche , Caupolicán, sólido y fiero,
los primeros rayos de la Historia le iluminaron

junto a un tan digno pueblo al que,
desde el eterno Antú, su macizo espíritu guía.



LA LUNA DE CARHUÉ

La Luna de Carhué
es un enorme pastel de manteca

que mamá me hace en la mañana
batiendo la Vía Láctea.



ESA LUNA

Esa Luna
tan blanca y redonda,

esa Luna
tan brillante y milenaria,

esa Luna
tan bella y lejana.

¡Ay, esa Luna
tan bella y tan sola!



LLOVÍA (a Juan Perón)

Llovía cuando velaron al señor Perón.
Recuerdo.

Se veían paraguas y paraguas en el Congreso.
Era una procesión horizontal de inagotables paraguas mojados y de lluvia -también mojada-.

. . .

Diecinueve días antes se despedía en la Gran Plaza.
Allí yo estaba

-con la bandera que hoy suelo recostar
sobre mi ventana callejera en los nobles días-

cerca de la Pirámide,
-ese primer monumento patrio de la ciudad-

¡tan pequeña
ante aquella multitud tan ardiente y corpulenta!

. . .

Recuerdo ese día
y al señor Perón llevándose la música nuestra.



AQUELLOS NIÑOS

AQUELLOS NIÑOS


Aquellos niños, estas niñas…
¡todos los niños!

con el cielo, el agua y la tierra han de jugar ,
y en la generosa hogareña mesa:

¡carnes, panes, aceites, frutas,…
almorzar y cenar!

. . .

Aquellas niñas, estos niños…
¡todos los niños!

sobre el cielo, el agua y la tierra han de estudiar
y en la bulliciosa escuela pública:

¡leer y escribir,
cantar y sumar!

. . .

Mas no tener qué comer
aquellos niños,

estas niñas:
¿desde mi mesa puedo lo intolerable entender?



CARHUÉ

Carhué, tras unas cuadras
me era desconocido:

su torre,
un edificio relegado y caprichoso,

los faroles esquineros
una costumbre malgastada

y secas de autos
sus grises y heridas calles.

Eran los 60. El secundario transcurría
en un viejo edificio de 25 de Mayo y Sáenz Peña

y mis odiseas
eran una marejadilla de Itaca a Ilión

tras constelaciones
y mitos helenos, pelasgos, dorios y jonios . . .

Eran los 60,
¡el Pueblo, el Universo y yo interminables!



SE TRATA

Se trata de ser un hombre bueno
y yo trataba.

Trataba de ser cardumen para llevar a salvo tu bote
Aylan

y de ser pan para vos Rocío,
amasar las palabras, hornearlas justas,…

Mas no pude ser ni pez ni panadero,
¡y trataba!

De hacer de los misiles luces de bengala,
y de los buenos vecinos partidos un decoroso texto,

trataba.
Y trataba de alcanzarte en las noches sin estrellas

y ser redondo, blanco, brillante y limonero,…
para -solitaria Luna- acompañarte.

. . .

Se trata de ser un hombre bueno sin pretender un cielo.
Y se trata, sin desfallecer por la edad,

de seguir tratando de alguna forma
por los que no pueden.



YO CONOCÍ

Yo conocí a una mujer
y sin creer en maldad alguna

túvela por mala muy mala
tras noche de llena luna.

Fue con otro amor en brazos
vile entre las sombras del lago,

¡fue con una daga filosa
su tajo en mi pecho aciago!

. . .

No es fácil esto del olvido,
no es fácil esta dura pena,

¡yo que sin creer en bondad alguna
túvela por buena muy buena,

antes de esa noche aciaga
de engaño y luna llena!



FUE EL PRIMER BESO

Fue el primer beso.
El primero de miles necesarios,

el que no tendría último,
el que sería en la vida y en la muerte dulce y azul maderaje.

El sol de Epecuén y nuestra primavera
nos encandilaban.



COMO ESTÁN DADAS LAS COSAS

Como están dadas las cosas Masallé,
¿qué es la maldad y la  bondad del ser humano?

. . .

Por las calles veo:
sus saludes y enfermedades,

sus responsabilidades e irresponsabilidades,
sus sordideces y generosidades,

sus bellezas y fealdades,
sus vasallajes y libertades,

barajados con el ruido de la calesa
y la luz neutra de la mañana.

. . .

Parado
como un radiólogo con las manos en los bolsillos:

conjeturo la maldad y la bondad
como tenazas sofisticadas y cirujanas de un orden

que ahí van,
con la calesa y la mañana.



YO TUVE

Yo tuve, por allí, veinte años.
Así como cierto, veo este martes 3 de julio nublado,

ellos estuvieron ciertos
cursando los setenta.

Con la risa ligera, la patria punzada
y terrenales urgencias de terrenales horas.

Con ropa de Rivadavia al 700
y un Freud y un Testut de madrugada abiertos.

Entre lo serio y el solaz, entre el ser o no ser
¡yo tuve, por allí, veinte años!

. . .

¡Bienvenidas estas memorias que rebalsan
y este martes 3 de julio y nublado!



SOLÍAMOS 

Solíamos ir caminando a "la Uno"
Mónica, María del Carmen y yo.

Lo hacíamos por la bella plaza
y sus caminitos de blancas conchillas,

bordeando la difunta glorieta,
sus escalinatas, faroles y macetones

y el noble gigante verde,
al que displicentes sorteábamos.

El templo blanco con su oscura mitra,
se alejaba poco a nuestra derecha.

A la izquierda, la torre caprichosa
como un índice en alto

parecía indicarnos severo:
¡Cuidado los que aquí entráis!

. . .

Ya, por un dieciocho neoclásico
subíamos la escalinata:

Mónica y yo hacia quinto,
María del Carmen con Martha Torres.

. . .

Era una bella época
de cuya belleza sabría tiempo después.



HABÍA

Había en el lugar
úlceras y callosidades de diversas épocas,

unos tabiques a duras penas
más amores cotidianos hechos y deshechos entre frituras.

Había changas y despidos sumarios,
una foto de Perón y Evita bajo una cruz de plástico

y atrincherados en el mediastino
dolores a punto de abordar el pericardio.

. . .

Tras la ventana sin cortinas
había silencio.



LOS PUEBLOS

Los pueblos tienen sus personajes,
Carhué, unos: ¡los danzarines de la cortada!

Alumbran en los veranos
durante la noche nueva y estrellada

llenando los fresnos de música,
haciendo de la hora, una guapa velada.

Las charlas, las risas, los devaneos,
¡ale! ¡ale! en la pista improvisada.

El tablado, los cantarines, el refresco,
¡ale! ¡ale! y la pista pronto bordada.

. . .

Me empujan al “Moulin de la Galette”,
¡algazara de luciérnagas y bengalas!

Me empujan a las calles de Epecuén:
alegres y ruidosas, ¡de vida y vida colmadas!



CUANDO TE QUITAN LA TIERRA (al 9 de julio)

Cuando te quitan la Tierra y la Sociedad que con tus pares y ancestros has construido,
cuando te las transforman en otras ¡tan extrañas y ensogadas!,

cuando te impiden decidir sobre ellas,…
despierta, inexorable y decidida, ¡la Independencia!

Despierta en el núcleo de tus células,
arriba a tejidos, órganos, sistemas, ¡llega a ti!,

¡te excede!, sigue por calles ventiladas y solidarias
a cada lugar donde al unísono ha ocurrido.

Se arracima en ríos torrentosos, aviva aguas estancas.
Desemboca en el Atlántico, abraza Malvinas, asciende y retorna en fecundas lluvias.

Entonces: ¡tu tiempo y tu espacio comienzan nuevamente a ser tuyos!
¡comienzan nuevamente a ser de Libertad y Soberanía!

¡Delicados puntos de partida y sempiternas construcciones,
como tu Tierra,

tu Sociedad
y vos mismo!



TE LLEGO

Te llego,
entre el aire de la tarde y un tórax agitado,

como un flamenco
que gambetea las nubes de Carhué por la Yrigoyen

trayendo rosas y espinas nuevas
al florero de la mesa recién servida.

. . .

Me voy
entre el aire

(otro: el de la mañana fría de julio que nos corta)
con las espinas romas y el tórax agitado.



9 DE JULIO DE 2018

9 de julio de 2018:
las calles, los frentes y las alturas del pueblo se ven hoy coherentemente grises

y es tan extensa esa vista que todo parece coherentemente agrisado,
incluyendo la risa que llega y el dulce que como.

El gato naranja,
redondeado en la ventana, duerme.

Destaca, tal vez por mi afecto,
como un chico sol de este lunes.

A su lado, sin lugar,
el pequeño blanquinegro cabecea sentado y pequeño.



EN LAS 24 COSTILLAS (a Roberto Fontanarrosa)
“Yo me doy cuenta que con los años las manías y las locuras se acentúan, es mentira que uno se convierte en más sabio”. Roberto Fontanarrosa

En las veinticuatro costillas,
como si de estantes  blanqueados se tratara,

vanse apoyando
saberes y emociones respirados con el tiempo y el tiempo.

Al estornudar o toser, al roncar o gritar un golazo
átomos de esa sabiduría se van del tórax dispersando.

Las emociones, las manías y las locuras -en complejas moléculas-
mezcladas con frágiles osteocitos quedan.

. . .

Algo ignorante, algo temblador,
algo maniático y loco,

así, así,
la edad y este asunto -Roberto- nos van y van osificando.



LA AMISTAD

La Amistad, amigos,
construye racimos,

parras,
viñedos,

forma vinos
y los toma con el pan.

. . .

La Amistad, amigas,
confedera surcos, latidos, cisuras,

los encuentra blancos
entre rosas blancas

y los hace
hacia el día

(como hecho Hemos esta Plaza de Carhué
de andares y plantas al aire):

¡difícilmente
más bellos!,

¡más verdaderos!,
¡más buenos!



LA LLUVIA

La lluvia, niña tenue y persistente,
llueve y llueve en cada esquina.

. . .

Por la cocina, del horno apenas abierto
y entre charlas cantarinas

se esparce el pan insolente
aún con algo de harina.

. . .

La lluvia,
llueve y llueve mortecina

y yo le digo:
¡ay niña!, ¡niña de la morriña!,

soslaya, exonera
¡cada destechada esquina!



MARÍA ANGÉLICA (a María Angélica Rovai)

María Angélica me era
(ese “era” inevitable

que es recuerdo y olvido)
de una hora entre el día y la noche

con su rostro sonriente
y el humo de porfiados cigarrillos.


Me era,
de un espacio entre el sol y la luna

con su voz grata y solidaria
(como este grato sol de julio tras la ventana)

y su texto siempre bello
(como el texto de la luna sobre el Lago)

. . .
Y era,
según tantos y tantos,

de la lectura apasionada y de Sábato.
Del folklore y la Negra. De Alicia, Alfonsina y Lola.

. . .

Encima:
¡de la escuela que todo abraza!,

¡de los chicos
del costado!



LOS DESOCUPADOS (a los desocupados)

Los desocupados van por la calle,
perdiéndose.

Les toca el rostro un sol de invierno. Frío.
Casi una máscara.

. . .

Los indiferentes,
arropados (incluso la mirada),

un sol dorado.
Novelesco, de películas y series.



DISCURSOS

Discursos que dicen y dicen
¡labios que acá juran y allá desdicen!

Palabras que dicen y hacen
¡labios que bien complacen!



AL ABRIR LA VENTANA

Al abrir la ventana al viernes,
la habitación

-con unos muebles oscuros y su cuerpo añoso-
¡se llenó raudamente del aire de la viva mañana!

La noche ida
-de estrellas titilantes en los cuarenta,

hoy de oscuridades más que de estrellas-
era recuerdos que, con el minutero, se repetían

por aquellas paredes, por aquel cuerpo,
cada noche de veintitrés a ocho y media.

. . .

Al abrir la ventana
la habitación se volvió en la viva mañana:

unos muebles dorados
y una mujer de palomas y palomas en la ventana.

. . .

Esa noche, quizás de tanto aire naciente acumulado,
los recuerdos dejaron paso a esos anteojos verdes que el lunes Esperanza compraría.



MIS PENSARES

Mis pensares
se tejen y destejen

entre un hilo literario, sin límites
y otro cotidiano que llega humildemente al Masallé.

. . .

 El primero me arriba
a un Olimpo

donde hablo de igual a igual
con Zeus todopoderoso y,

tras el ocaso,
al Hades

donde cimbro los hilos femeninos
de Cloto, Láquesis y Átropos

(hijas indubitables
de la Noche).

¡Soy un par
ordenando el universo con Penia!

. . .

 El cotidiano me arriba
a las callejas y aires de un pueblo,

a las aguas de un lago,
a las tierras de un campo

y a las horas que, sin saber de nada,
van y van.

Allí hablo con vecinos,
sonrío, saludo, escucho, me conmuevo,

comparto, no comparto,
entiendo, no entiendo, me apiado.

. . .

Así, entre lo absoluto y lo frágil,
entre las horas que van y van,

en un primero de agosto
y el recuerdo de Santiago,

en un dos de agosto
y la partida de Sandra y Rubén,

mis pensares se tejen y destejen,
mis células vienen de otras,

van a otras,
van a otras.



LA PEQUEÑA RAMONA

La pequeña Ramona ya dormía.
Había jugado durante el sol

a correr y correr (aún sin saberlo) por la vida,
a correr y correr (aún sin saberlo) de la vida.

Ella, sus dos hermanos, Leo y Juanito
lo hacían con gritos, risas, peleas, tierra, pan, mocos, descalzos y otras cosas.

Eran uno y cinco por la calle de tierra,
que era de harina de tortas fritas y de flores de las vías.

. . .

Por eso,
la pequeña, cansada y noche, sonreía y soñaba

y a juzgar por la sonrisa,
corriendo con los cuatro (aún sin saberlo) hacia la Vida.

. . .

De ello,
¡ay! los sueños en los sueños quedarían.

La calle,
sin harina y sin flores.



SOMOS

Somos del Sol y del tiempo
que todo lo maduran y lo llevan al lugar justo, inexorablemente .

Somos de la Madre Tierra y del Padre Océano
que nos dan el pan negro y el claro vino.

Del aire
y de los árboles que hicieron ese aire



(que Esperanza invita
todos los días, todas las mañanas.)

Somos de nuestra especie: homo-femina sapiens.
Somos gregarios, somos con los otros y somos casi todos.

Somos memoria, verdad y justicia
en la Madre Tierra, inexorablemente.



ANTE LA ETERNIDAD 

Ante la eternidad de la Vida
la Muerte no admite certezas

sólo suposiciones
variopintas:

¡cielos altos y azules!,
¡avernos profundos y negros!.

. . .

La muerte evitable de una Persona,
no admite nada.

La muerte evitable de un Pequeño,
de una Pequeña

. . .

¡ay!, la muerte evitable de un Pequeño,
de una Pequeña.



CUANDO HAGO ESTO

Cuando hago esto
de escribirte

(que es mi actitud para llegar a ti
y para volverme)

no digo palabras,
digo mi cuerpo.



CUESTA

Cuesta
proseguir extenso,

con los huesos desgastando
con la gravedad,

y las vértebras comprimiendo,
y las curvaturas acentuando.

. . .

Con la partida  de Sandra y Rubén,
cuesta  ser este tiempo.



SER HIERRO

Ser hierro
como el hierro del portón de mi Escuela Pública:

 hierro de la solidaria tierra,
 portón del buen herrero,

 escuela del portón abierto,
del guardapolvo blanco,

del mañana siempre posible,
del Bien de Todos hecho hierro.

. . .

Seguir hierro incluso
¡con los óxidos del tiempo!



HACERTE 

Hacerte acá en palabras
desde alguna forma,

desde mi silla,
desde vos.

Hacerte con precisión,
con aquel vestido violeta,
con tu letra
y tu pelo largo y tus zapatos negros.

Retenerte
en adjetivos.

En esta tarde del once de agosto de 2018,
haciéndome yo.



SIGUE (A LA JUVENTUD)

Sigue, núcleo de un maduro continente
que los tiempos bien han ajado:

¡rodillas y corazón gemebundos!
¡rescoldos  y efemérides!

. . .

No recuerda:
¡mira primaveras!

y en el ventrículo izquierdo del azoico territorio,
¡filetea dibujos y poemas!

No suspira:
¡abre ventanas!

y se va con el aire hacia continuas mañanas,
¡flores, juegos, amores y palomas!

. . .

Y sigue por un secreto mediastino
la JUVENTUD aquella,

a metros de un aromo de agosto y 2018
y ya, de flores amarillas.

No recuerda, no suspira:
¡mira primaveras!, ¡abre ventanas!

y al añoso continente le guía:
siguiendo...,  siguiendo,

porque seguir
¡es su forma sagrada de ser!



EN LOS LIBROS

I

En los libros leo:
“homo sapiens”,

en el teclado creo y escribo:
“homo-femina sapiens”.


II

Creo
y me creo.

Escribo
y te escribo.



PUEDO ESCRIBIR

Puedo escribir cada hora que resta,
acostado en la tierra, mirando alturas. Mirándote.

En cada grano de aire del aire de este patio,
desde cada célula de mi tórax mientras sus mitocondrias hacen ATP.

Puedo escribir sobre tu cuerpo,
(más, en ese instante en que él y tú me desean como único)

También sin escribir puedo hacerlo,
inspirando y espirando.

. . .

Escribir es mi trabajo:
comprometido, idóneo, recto.



ESTO ES (a Sandra Calamano y Rubén Rodríguez)

Sandra y Rubén
¡presentes!

Esto es:
Sandra y Rubén en la Escuela N° 49 de Moreno,

en la memoria de la escuela,
en la construcción de un mundo.

Esto es:
allí Nosotros, por la memoria de Sandra y Rubén,

¡por su justicia!,
¡por la construcción de un mundo!

Esto
es.



LAS PALABRAS DE LA CALLE

Las Palabras de la Calle
hechas para andar y andar,

hablar o gritar
hasta el sol,

cantar
bajo lluvias o diluvios.

. . .

Tantas:
despropiadas, desaparecidas, ¡fusiladas!

Todas,
portadas por Multitudes decididas.

Todas,
¡portadoras de los genes de la Vida!



BAJO ESTE CIELO

Bajo este cielo de Carhué y agosto -en el fondo-
ha comenzado a amarillar el aromo.

Lo ha hecho, como el tiempo en mi mano,
sin parte alguno,

y el jardín, mi saco de lana gris, ¡incluso el sol!,
se han suavemente iluminado.

. . .

Tras una adelfa,
una pequeña planta de violetas ha dado cinco flores.

Mi mano derecha, al tocar sólo una,
se ha almizclado.

y se ha almizclado el gato naranja al rozarme
y el patio entero con él al andar.

. . .

¡Hoy, me ha sido la vida sencilla,
luz y almizcle!



ESTA SENSIBILIDAD

Esta sensibilidad lluviosa y furtiva,
¡hermana de la belleza y de los pueblos!

brota de mi pulmón izquierdo,
¡de los alvéolos de la língula! donde,

hematosis tras hematosis,
intercambia letras, memorias y esperanzas.

Esta sensibilidad exhalada,
hermana de la belleza y de los pueblos,

llega al papel
¡abierta!

como los ciruelos maduros del Masalle a la tierra
¡grana y almíbar al aire!

. . .

Vendrá,
otra que la recoja, otra que la olvide o ninguna.

Vendrá,
como un caminante entre los ciruelos del Masallé.



ESCARBO LA TIERRA (A LOS AFROAMERICANOS)

Escarbo la tierra
y la encuentro:

¡tan negra su bella piel
como este mismo humus!,

¡tan húmeda de penas y penas
como el gran océano obligado!,

¡tan sola en su grito
como la inmensidad de este occidente!

. . .

Escarbo la tierra
y la encuentro:

¡África en América!
(aquellos Desaparecidos)



HASTA EL LAGO

Hasta el lago voy todas las tardes
como lo hacíamos del brazo (sin esperarnos)

y te
espero.

Por las noches,
en la vereda calurosa del verano,

me siento  en la reposera que pintaste,
como nos sentábamos (tras la cena)

y  te
espero.

Desde el comedor miro por la limpia ventana ,
como mirabas (no sé qué si yo estaba)

y te
espero.

. . .

Hoy he caminado hasta tu cruz,
la limpié,

dejé dos rosas
(del rosal que plantamos)

y te
espero.



Y EXISTE AÚN (al sólo noble Pueblo Argentino)

Y existe aún
un San Martín

y existe aún
un prócer máximo:

¡este Pueblo, señores,
que sigue cruzando montañas!



QUISE A ESA ARETHA (a Aretha Franklin)

Quise a esa Aretha sin pieles,
saliéndome de la spica

entre la negritud de la noche y mi almohada de Barracas:
¡excesiva!

Llenando en cada bocanada de mis veinte
el tórax de soul, teclas y tierra de elefantes.

Rezándome una pequeña plegaria,
mientras (Ella) despertaba.

Pidiendo respeto
¡ay!, sólo un poquito.

. . .

Llevo a esa Aretha
¡negra,

de América,
sin pieles!



ESTOY OBLIGADO (a la Esperanza)

Estoy obligado como escritor a la Esperanza,
¡impelido!

Como el sol a iluminar el día
y mi aromo a amarillar agosto,

como la Luna
y el limonero a amarse,

como la Plaza de Mayo a llenarse de Pueblo
y esta Tierra a ser de Todos.

. . .

Estoy arrojado al papel, al teclado,
trastornado en Ella:

¡etérea y maciza!
¡desde el pasado y la memoria hacia el mañana!

y ponerla, si la hubiere, a los pies tuyos, Latinoamérica,
¡como un humilde humilde Creo!



EL OLIVO (a Federico García Lorca)

El olivo escuchó a la Muerte
y en sangre vio al hombre caerse.

Era un 18 de agosto,
las cinco menos cuarto habían dado.

. . .

Extendió con el viento una rama,
con el viento le abrigó la herida.

En vano, la rama en vano,
¡la vida ya había pasado!

. . .

Le escuchó a la escuadra decir:
“que por rojo y por maricón”.

Le vio a la escuadra partir
¡tras su tronco “de gritos cargado”!



SOLTÉ UN PANADERO

Solté un panadero en el jardín,
¡el panadero se fue con el viento!

Solté una pena llenita,
¡la pena quedó en el cemento!

. . .

El aire corre
los gatos duermen,

así va Carhué hoy,
¡gris y polvoriento!



EN TU FRANCA SONRISA (a los niños)

En tu franca sonrisa me suelo ver,
pequeño amigo,

sonriendo en grises días.
Y por acá y por allá

tu retozo
como un barrilete al aire llevo,

llenando: de sol mi garganta,
de nubes calentitas las calles,

de olor a eucalipto,
la plaza Levalle y mis bellos vecinos.

. . .

En tu vocecita grata me suelo escuchar
y con esa gratitud,

aún de lejos, de lejos,
voy hablando, voy escribiendo:

sonrisas francas, nubes calentitas,
barriletes al aire y gratas vocecitas.

. . .

Por ello,
porque retozan los vecinos,

el eucalipto, la plaza
y mis rincones,

no dejes de sonreír,
porque sí, porque no,

¡pequeño
y sabio amigo!

. . .

                    ¡Que por acá va la vida Ramona!, 
                    ¡que por acá la vida Juanito!



A VECES

A veces no es la vida
sino el sentido.

A veces no es la muerte
sino la forma.